HOMILÍA EN EL X DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

June 09, 2024


HOMILÍA EN EL X DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 

Muy queridos hermanos, hermanas en Cristo Jesús. Estamos muy contentos. Este domingo en esta Eucaristía dónde hoy estos jóvenes han dado un paso para continuar su discernimiento vocacional. Y los saludo a ustedes jóvenes y también a sus familiares, a todos los amigos, bienhechores, a todas las personas que hoy participan en nuestra Eucaristía. También a los seminaristas, y a los queridos padres del equipo formador de nuestro seminario. De la misma manera también a las personas que siguen esta Eucaristía en nuestra arquidiócesis y también en otros lugares de la República Mexicana y también en el extranjero. El señor a todos nos llene de sus bendiciones. 

Hoy en la primer lectura del libro del Génesis se nos habla, como siempre Dios tiene un proyecto pues de amor, un proyecto de armonía. Y nos da a nosotros un don que se llama La Libertad. Y así nos plática como este libro del Génesis de las situaciones que estaban Adán y Eva, y que no podían comer de un árbol. Eran libres. Les dio desde el principio la libertad y vemos como pues tanto al preguntarle a Adán dice que Eva le dio del fruto prohibido y después la serpiente. 

Y ahí empieza pues el pecado original con el que también nosotros nacemos. Y es una realidad que no podemos negar. Como todos nosotros convivimos con el bien y el mal; y el bien y el mal está en nuestro propio interior. Vemos las consecuencias de este mal a nivel personal y también a nivel social y vemos pues cuantas cosas negativas se dan en nuestro mundo. 

Es muy notorio ver las realidades de violencia, de inseguridad, de la falta de respeto a la dignidad humana, a la vida. Vemos tantas cosas que podríamos enumerar y que las vivimos porque el mal es algo real. Sin embargo, al escuchar el Evangelio nosotros vemos como Jesús pues con su muerte y resurrección vence al mal. Y siempre Dios tiene la última palabra, de tal manera que nosotros podemos vencer también al mal y podemos ver esta realidad que estamos viviendo, no de una manera catastrófica, preocupante sí, con incertidumbres también, pero también con esperanza, porque nosotros sabemos que la clave es caminar con Jesús; a fin de cuenta la realidad en el mundo está así porque prescindimos de Dios, vivimos muchas veces sin Dios; es lo que se llama el secularismo. Y la invitación para todos nosotros es hacer la voluntad de Dios, como hoy el evangelio nos ha dicho Jesús: ¿Quién es mi madre? ¿Quién es mi hermano? ¿Quién es mi hermana? Es aquel que cumple la voluntad de Dios. Por eso estamos nosotros invitados, desde la familia, el trabajo, donde nos encontremos, a tener la presencia de Dios. Estamos queriendo resarcir las familias porque se ha ido rompiendo su tejido fundamental, y lo podemos ir tejiendo con acciones concreta; cuando nosotros tenemos esa cercanía con la palabra de Dios, en la casa con la Biblia, cuando se reza el Santo Rosario, cuando antes de comer se tiene presente a Dios, cuando en familia se va a la Eucaristía dominical. Nosotros podemos también tener pues esas armas para vencer el mal y para ir construyendo esa nueva humanidad. La Esperanza siempre está presente, el evangelio, la luz de Cristo, hoy que lo los fariseos y los doctores de la ley le decían que estaba en la endemoniado, pues cómo puede estar endemoniado alguien que expulsa a los demonios. Y por eso la blasfemia que se dice es decir que Jesús está endemoniado, porque se niega la presencia del espíritu santo. Pues que el Señor nos ayude, nos anime a construir esta nueva humanidad. 

Y este domingo también en nuestra catedral, tenemos la oportunidad también para tomar conciencia o seguir tomando conciencia de la necesidad de las vocaciones. La cosecha es mucha y los obreros son pocos. Y que estos jóvenes hoy tomen su sotana, después de un año de discernimiento que han hecho, acompañados por los sacerdotes del seminario, y que hoy le dicen Sí al Señor para continuar e iniciar una nueva etapa en el discipulado. Hacerlo con mucha confianza. Pero también toda la comunidad seguir pidiendo por las vocaciones. Yo les comentaba que en los cinco años que llevo aquí en la arquidiócesis he ordenado a dieciocho sacerdotes. Y en estos cinco años, con el padre que murió esta semana, emérito, han muerto cuarenta y cuatro, más de dos por uno. Esto nos habla de un futuro inmediato, y un futuro más a mediano y a largo plazo, de la necesidad de sacerdotes en nuestra iglesia particular. Y ciertamente se va tomando conciencia, y hay un equipo muy bonito de Pastoral de Adolescentes y Jóvenes Vocacional, y sabemos que hay que seguir promoviendo las vocaciones, a la vida sacerdotal, a la vida consagrada, a la vida laical; porque ordinariamente las vocaciones surgen de las familias cristianas donde se tiene amor a Dios y se manifiesta en el amor al prójimo. Por eso tengamos también esa esperanza de que nuestro seminario, ahorita terminan este curso 2023-2024, cuarenta y dos seminaristas, tanto en este curso de discernimiento, en el discipulado, en la configuración, tenemos esperanza que vayan ingresando más jóvenes que sientan esa inquietud por la vida sacerdotal. Los invito a seguir orando. La cosecha es mucha y los obreros pocos; rueguen al dueño de la mies, envíe obreros. La oración y la acción para las vocaciones. Así sea.

 

Mons. José Antonio Fernández Hurtado
Arzobispo de Tlalnepantlan