Sintámonos bendecidos por el amor maternal de María de Guadalupe y nuestra señora de Los Remedios que experimentamos en nuestro caminar
El sábado 5 de febrero del presente año tuvo lugar nuestra tradicional peregrinación anual, de la Arquidiócesis de Tlalnepantla, a la Basílica de nuestra Señora de Guadalupe, la cual dio comienzo a las 8:30 am, pariendo desde la ex glorieta de Peralvillo. En esta ocasión, al igual que el año pasado, no pudimos contar con la asistencia de todos los fieles que devotamente peregrinan a la casita de nuestra santísima madre debido a la nueva ola de contagios causados por el COVID. Sin embargo, esta situación no fue obstáculo para que fieles laicos y sacerdotes, encabezados por nuestro Señor Arzobispo Don José Antonio Fernández Hurtado, llevaran hasta los pies de nuestra madre, María de Guadalupe, las ofrendas, intenciones y necesidades de toda la mies de Tlalnepantla, poniéndose así en marcha, entre rezos y cantos, hacia aquel cerrito donde la Virgen María los esperaba con gran alegría para encontrarse con ellos y recibir en sus brazos todo lo que llevaban en su corazón.
Al rededor de las 10:00 am tocaron los pies de todos estos peregrinos la tierra de este lugar santo, donde María Virgen quiso quedarse para mostrarnos el gran amor que Dios le tiene a este su pueblo, disponiéndose así para la celebración Eucarística.
A las 10:30 am dio comienzo la Eucaristía en la cual se celebraba la solemnidad de San Felipe de Jesús mártir y patrono de la Arquidiócesis de México, teniendo como particular intención la acción de Gracias del padre Juan Luna Bravo quien cumplía 50 años de orden sacerdotal y por todos los adolescentes y jóvenes de México que son el presente y el futuro de la nueva Evangelización.
Durante la celebración se leyó la primera lectura del libro de la Sabiduría 3, 1-9, se respondió a la primera lectura con el cantó del salmo 123, la segunda lectura se tomó de la carta del apóstol San Pablo a los corintios 4, 7-15 y el Evangelio fue de Lucas 9, 23-26. En la homilía nuestro señor Arzobispo don José Antonio nos recordó el Fiat de María, quien posteriormente se quiso aparecer a San Juan Diego para que solicitara al obispo, Fray Juan de Zumárraga, erigiera una casita para que su pueblo pudiera ir a dialogar con ella y acercarnos a su hijo para seguir sus huellas y poder ser fraternos, consolando a nuestros hermanos más vulnerables, los pobres, dejándonos llenar por la fuerza extraordinaria de Dios que nos fortalece y ayuda a seguir caminando juntos.
Antes de concluir la Eucaristía, con mucha emoción, el Pbro. Juan Luna Bravo dirigió a Dios una oración de acción de gracias por el don de los 50 años de orden sacerdotal que le han sido concedidos al servicio del pueblo santo de Dios al frente de seis parroquias. La celebración concluyó con la bendición de don José Antonio Fernández Hurtado.
Sintámonos bendecidos por el amor maternal de María de Guadalupe y nuestra señora de Los Remedios que experimentamos en nuestro caminar.
Sem. Jesús Trinidad Reyes Arellano




