«Este tiempo de Adviento también debemos guardar silencio para meditar el misterio de la Encarnación»
Muy queridos hermanos, hermanas, en Cristo Jesús:
A todos los saludo con mucho aprecio, ustedes que están aquí en nuestra Catedral de Corpus Christi de una manera presencial, pero también a las personas que a través de estos medios digitales siguen nuestra Eucaristía en el ámbito de nuestra Arquidiócesis como en otros lugares de la República Mexicana y también del exterior; y el tercer domingo de mes también esta Misa es transmitida por radio, Radio María en el 1530 AM, que llega a varios estados de la República esta celebración; a todos les deseo salud, les deseo paz, les deseo que vayamos juntos caminando para recibir al Niño Dios, que ya está próximo a venir entre nosotros, y que nos encuentre preparados, que no nos encuentre distraídos, sino que lo recibamos todos en nuestro corazón en esta Navidad.
Estos días la Virgen María ha sido una guía segura, una guía muy importante en el tiempo de Adviento. Celebramos el 8 de diciembre la solemnidad de la Inmaculada Concepción, cómo Dios no quiso que la Virgen tuviera ningún pecado, ni el pecado original, que no tuviera ninguna mancha, porque la había elegido para ser la Madre del Salvador. También el día 12 de diciembre, en todo México, gracias a Dios hubo más presencia en todos los lugares, aquí en la Basílica de México, cerca, y en muchas poblaciones, en todos los lugares, no solo en México, sino en América Latina y Europa, la presencia de la Virgen de Guadalupe, la Virgen María, ella nos ayuda a prepararnos para la Navidad.
El Evangelio que escuchamos hoy es un Evangelio muy hermoso, porque nos platica cómo María estaba en Nazaret y tuvo que ir a las montañas de Judá, 150 kilómetros recorrió, no en un vehículo, sino caminando, un viaje muy penoso, muy complicado, pero ella fue a ver a su prima Isabel y, después de llegar a su casa, encontramos ese diálogo maravilloso donde Isabel, llena del Espíritu Santo, dice: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre». Los más grande de María es que creyó, «dichosa tú, que has creído, porque se manifestarán las maravillas de Dios», se manifestará el Hijo de Dios. Vemos que las dos primas platican, una muy jovencita, la Virgen María, casi adolescente, y la otra mayor, sin embargo, las dos esperan un hijo. Podemos decir que con Isabel, que espera a Juan el Bautista, termina el Antiguo Testamento y cómo Jesús, el esperado, el Mesías, abre el Nuevo Testamento.
Todo el camino que tuvo que recorrer la virgen María fue también en silencio y este tiempo de Adviento también debemos, en medio del bullicio, de las luces, de la algarabía, de la música, debemos guardar silencio para meditar el misterio de la Encarnación, la Palabra hecha carne, y María iba meditando, por eso ella es una guía para nosotros, ella nos va indicando cómo prepararlos para recibir a Jesus esta Navidad.
Una de las características del cristiano es que debe ver por el necesitado. Vemos cómo María sabe que su prima necesita de una compañía, necesita de un apoyo, y no duda en recorrer todo ese camino para llegar con ella y se estubo ahí un tiempo para atenderla. Siempre en nuestra vida, queridos hermanos y hermanas, necesitamos nosotros ser sensibles ante las necesidades de los demás. Hemos platicado en distintas ocasiones cómo esta pandemia ha traído enseñanzas para todos nosotros, pero también muchos sufrimientos, mucho dolor, gente que hemos tenido pérdidas de seres queridos, gente que ha vivido en la soledad, gente grande, gente con depresión, con estrés, y el cristiano es aquel que se preocupa por salir, como María, al encuentro del necesitado. Todos los días, creo, tenemos oportunidad de hacerlo, ya sea en nuestra propia familia, o con nuestros vecinos, o en nuestra comunidad, qué sé yo, siempre hay personas que necesitan no solamente si tenemos de lo material, sino también de nuestra palabra, de nuestro ánimo, de nuestra palabra que conforta. Siempre el ejemplo para todos nosotros, el modelo, será Jesucristo, porque Él vino a todos, pero tuvo preferencia por los necesitados, «No son los sanos los que necesitan de médico, son los enfermos».
Pues que estos días que faltan para llegar a la Navidad sigamos preparando nuestro corazón. La Corona de Adviento nos ayuda a decir: "ya estamos cerca", el Nacimiento también, falta el Niño Dios, que nació en un establo, que nació en condiciones muy complicadas siendo Dios, «Siendo rico se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza».
Pues que el Señor nos conceda también estos días hacer alguna acción buena por alguien que lo necesita, qué sé yo, ¿tendrá cena de Navidad toda la gente? Tal vez algunos no, podemos nosotros también apoyar a alguien para que ese día cene, podemos visitar a alguien para platicar, podemos llevar alguna cosa que necesite esa persona, y a lo mejor está cerca de nosotros. Que el Espíritu Santo nos ayude a seguir caminando para que esta Navidad Jesús nazca en nuestro corazón. Así sea.
+ José Antonio Fernández Hurtado
Arzobispo de Tlalnepantla