HOMILÍA EN LA MISA DE NOCHE BUENA 2021

December 24, 2021


HOMILÍA EN LA MISA DE NOCHE BUENA 2021

 

«Hoy nos ha nacido el Salvador del Universo»

 

Muy queridos hermanos, hermanas, en Cristo Jesús:

Los saudo a todos ustedes aquí reunidos presencialmente en nuestra Catedral y también saludo a todas las personas que a través de esta transmisión, estos medios digitales, se unen a nuestra celebración con mucha devoción, tanto en nuestra Arquidiócesis como en algún lugar de la República Mexicana y también del extranjero.

Hoy debe llenarse nuestro cotrazón de alegría por el anuncio del ángel: «Gloria a Dios en las alturas y paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad, hoy nos ha nacido el Salvador». Hemos hecho un camino en la Iglesia de cuatro semanas y siempre los signos nos ayudan a tener una realidad más profunda, en este caso esta Corona de Adviento, que durante cuatro semanas nos ha ido preparando nuestro corazón, a través de la Palabra de Dios, a través de los profetas, a través de Juan el Bautista, a través, de una manera muy peculiar, de la Virgen María. Después de estos días de posadas también, nos ha ayudado para que hoy renovemos nuestro amor a nuestro Dios. Es cierto que Él nos ama primero, Él sale al encuentro de nosotros. Vemos toda esa línea, toda esa perspectiva de la Sagrada Escritura, del Antiguo Testamento, que apunta a la venida del Mesías y hoy es Noche Buena, ha llegado este día y ojalá que nuestro corazón esté preparado para recibir al Niño Dios. Muchos de ustedes lo han traído para ser bendecido, para que en su hogar tengan a este Niño Dios, al que le pedimos que nos traiga regalos, que nos traiga dones para ir construyendo el mundo que Dios quiere.

Hoy el Evangelio, que acabamos de escuchar, precisamente nos narra lo que tenemos aquí, que es el Nacimiento. Este Nacimiento va describiendo cómo José tenía que empadronarse y tuvo que viajar hasta Belén con María, que estaba encinta, y le llegó el momento, no hubo lugar para ellos, no hubo una posada, y el mismo Dios nace en un pesébre, y hoy es también un día de contemplación, de que nosotros podamos contemplar el Nacimiento, el pesébre. Fue una idea muy hermosa de San Francisco de Asís el idear un pesébre, ¿y nosotros qué notamos en el pesébre? Pues vemos a los borreguitos, a los animalitos, a los pastores, y vemos la escena donde están María y José con el Niño Jesús; en la parte de arriba el anuncio del ángel; era un tiempo ciertamente de frío, donde los pastores tenían que resguardar a sus animalitos, y ahí, en un establo, en un pesébre, en una cuevita, ahí nació el Salvador del Universo. Ahí nosotros vemos el amor que Dios nos tiene, porque envió a su Hijo Jesucristo, nacido de la Virgen María por obra del Espíritu Santo, y hoy contemplamos el misterio de la Encarnación, la Palabra hecha carne.

Pero fijémonos nosotros las condiciones en las que nace el Niño Dios, condiciones muy deplorables, difíciles, complicadas, nace en un lugar donde hay pobreza y desde ese signo Dios nos dice cómo viene a nosotros, y sobre todo viene a los pobres, a los que abren su corazón. Los pastorcitos eran personas sin estudios, eran personas sencillas, pero fueron los primeros que recibieron esta extraordinaria noticia del Nacimiento del Niño Dios.

Por eso hoy, ¿qué queremos pedirle al Niño Jesús?, ¿qué queremos darle nosotros también? Seguramente para este año que viene le queremos pedir salud, paz, unidad familiar, trabajo, ¿y qué vamos a dar nosotros también? Vamos a dar ese esfuerzo, esa generosidad, esa fraternidad, porque fíjense que es bien importante la venida del Niño Jesús, pero viene, como aprendimos desde pequeños en el catecismo, a salvarnos, pero viene también a decirnos cuál es el proyecto que quiere su Padre para nosotros, la construcción del Reino de Dios, un reino de paz, un reino de justicia, un reino de fraternidad, y hoy también es un día de familia y yo creo que desde la familia se va construyendo ese proyecto de Dios.

Por eso es una noche muy hermosa, de mucha paz, desde los cantos, desde la liturgia de la Palabra, pero que esa Palabra no rebote en nuestro corazón sino que realmente llegue y dé fruto y hoy nosotros queramos tomar el compromiso de ser mejores, de ser mejores personas, mejores cristianos, de ser mejores hermanos, porque la construcción del Reino se va haciendo día a día y que hoy en nuestra familia tengamos ese deseo de poner cada quien lo mejor de nosotros para construir su Reino.

«Gloria a Dios en las alturas y paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad». Así sea.

 

+ José Antonio Fernández Hurtado
Arzobispo de Tlalnepantla