HOMILÍA EN EL DOMINGO MUNDIAL DE LAS MISIONES 2023

October 22, 2023


HOMILÍA EN EL DOMINGO MUNDIAL DE LAS MISIONES 2023

 

«Vayan por todo el mundo y anuncien el Evangelio»


Muy queridos hermanos, hermanas, en Cristo Jesús:

Les saludo a todos ustedes, los que están aquí en nuestra Catedral de Corpus Christi y a las personas que están siguiendo esta transmisión; que todos experimentemos el amor de Dios, ese Dios que nos invita a evangelizar, que es la misión de la Iglesia.

Hoy quiero hacer mi reflexión, este diálogo con todos ustedes, tomando en cuenta que este domingo se celebra en todo el mundo las misiones, el Domingo Mundial de las Misiones, y por eso he partido yo de esas palabras que dijo Jesús antes de irse a la derecha del Padre: «Vayan por todo el mundo y anuncien el Evangelio», que nos corresponde a todos los cristianos, a todos los bautizados, empezando por la cabeza, que es el Papa Francisco, pero todos debemos de ser corresponsables en esta tarea que nos deja Jesús.

Cada año el Papa da un mensaje con motivo de las misiones, este año dio el mensaje hace algunos días y yo quisiera que se nos quedarán grabadas tres imágenes de este mensaje, las imágenes se graban. Primeramente, el corazón, debe arder nuestro corazón al escuchar a Jesús explicándonos las escrituras. Otra imagen es: tener los ojos abiertos para reconocer a Cristo. La tercera imagen son los pies, esos pies que sirven para caminar y llevar el mensaje de salvación a los demás.

El Papa partió del pasaje de Emaús, que todos conocemos. Emaús es un pueblo pequeño que está a 10 km de Jerusalén, y dos de los discípulos de Jesús, después de la crucifixión, se regresan a Emaús y van caminando cabizbajos, tristes, porque habían matado al Señor, uno se llamaba Cleofás. Y, al ir caminando, se les une en el camino una persona, y esta persona empieza a platicar con ellos diciéndoles: «¿Por qué están tan tristes?, ¿qué les pasa?», y le dicen: «¿A caso tú eres el único que no sabe lo que sucedió en Jerusalén? Nosotros esperábamos que él nos salvara». Y así fue dándose la plática. Después les explicó las escrituras y les dijo: «¿Qué no sabían que iba a morir, pero iba a resucitar?»

Sin embargo, ellos seguían muy tristes. Fueron caminando, caminando, hasta que llegaron a su casa. Y cuando él iba a seguir de largo lo invitaron a pasar, porque la conversación había sido muy hermosa, a pesar de la tristeza de ellos. Lo invitaron, y el invitado se sentó, partió el pan, dio gracias, y en ese momento reconocieron que era el Señor, el resucitado. Ellos regresaron a Jerusalén, otros 10 kilómetros, pero ya no lo hicieron tristes, lo hicieron corriendo, para encontrarse con los discípulos y decirles: «Ha resucitado el Señor».

Por eso fíjese qué interesante estas tres imágenes que nos pone el Papa Francisco: el corazón que arde, porque ellos dijeron después: «Con razón nuestro corazón ardía al escuchar sus palabras»; cómo sus ojos se abrieron para reconocerlo; y cómo utilizaron los pies para caminar y llevar el Evangelio. Corazón, ojos y pies. 

Este mensaje nos ayuda a nosotros también para ver que siempre Dios está cercano a nosotros. En su Palabra, cuando escuchamos la Palabra, Él nos explica las escrituras y nuestro corazón arde. Hay veces que pensamos que Dios nos abandona, pero no, Él siempre está cerca de nosotros, solo que nos pasa como a los discípulos, que no nos damos cuenta y Él siempre está ahí con nosotros. 

Cómo es importante que tengamos la Palabra de Dios como centro, el encuentro con el Señor. Antes de ser misioneros, debemos de ser discípulos, oyentes de la Palabra, escuchar la Palabra, tener contacto con la Sagrada Escritura, y nuestro corazón va a arder; reconocer a ese Jesús, que es la salvación.

Y por eso hoy estamos llamados a tomar conciencia de que nosotros somos misioneros y misioneras, las mujeres, y que debemos llevar la Palabra a los demás. Existen los misioneros que salen a África, Asia, a lugares complicados, en nuestro mismo México a diócesis con mayores dificultades, que hay que llegar por la sierra, que a veces hay que llegar en lancha, y a veces hay que llegar caminando, y es para llevar la Palabra de Dios.

«Vayan por todo el mundo y anuncien el Evangelio». Esta jornada mundial de las misiones tiene la finalidad de que también a nosotros, como dicen los jóvenes, nos caiga el veinte, es decir, tomemos conciencia de qué estoy haciendo yo, cómo estoy llevando el Evangelio a los demás, en mi trabajo, en la escuela, en la calle, en mi colonia, en mi comunidad, cómo estoy llevando yo la Palabra de Dios; con mi voz, con mi testimonio, con mi entrega, con mi solidaridad, porque ¿para qué queremos que llegue el Evangelio a los demás? Para que tengamos un mundo mejor, para que haya más unidad, más fraternidad.

Ahorita que se está desarrollando el Sínodo de la sinodalidad en Roma, lo que quiere el Papa Francisco es que caminemos juntos, que no seamos indiferentes, que nos ayudemos los unos a los otros para hacer posible el proyecto de Dios.

Hoy pidamos mucho por los misioneros y misioneras. La misión empieza aquí, la misión está aquí en la calle, la misión está en la familia, la misión está también en lugares muy lejanos. Que todos hoy nos preguntemos: ¿Realmente yo soy misionero, soy misionera?, ¿realmente soy ese discípulo que lo escucha? 

Pues que hoy todos y cada uno de nosotros tomemos más conciencia de la misión de la Iglesia, que es llevar el Evangelio a los demás. Así sea.

 

+José Antonio Fernández Hurtado
Arzobispo de Tlalnepantla