HOMILÍA EN EL III DOMINGO DE ADVIENTO

December 17, 2023


HOMILÍA EN EL III DOMINGO DE ADVIENTO

 

«Nuestro espíritu se alegra en Dios, nuestro salvador»

 

Muy queridos hermanos, hermanas, en Cristo Jesús:

A todos los saludo, a quienes se encuentran aquí presencialmente en nuestra hermosa catedral Corpus Christi y también a las personas que se unen a esta celebración en el territorio de nuestra Arquidiócesis, en otros lugares de la República Mexicana y del extranjero; que hoy nuestro corazón salte de alegría en Dios, nuestro salvador.

De una manera muy especial valoro la presencia hoy de las comunidades educativas, alumnos, maestros, directores, padres de familia, personal académico, administrativo, que van forjando a tantos niños, adolescentes, jóvenes, para que sean buenos cristianos y buenos ciudadanos. Y valoro mucho la presencia de los padres, que se han dado tiempo para unirse a esta celebración.

Hoy podemos ver que el ornamento no es muy usual, porque este III Domingo de Adviento la palabra clave, como les decía al inicio, es: Alegría, gozo en el Señor. Y las tres lecturas tienen ese reflejo de alegría: la primera, del profeta Isaías; la segunda, de San Pablo a los Tesalonicenses; y el Evangelio. Y la alegría es porque Cristo viene, Cristo vino y Cristo vendrá. Y es el camino que hemos seguido nosotros en este Tiempo de Adviento, tiempo de preparación y de espera para la venida del Mesías, del Niño Dios.

Hay cuatro personas clave en este Tiempo de Adviento, que nos han ido ayudando, nos van ayudando para preparar nuestro corazón: Isaías, en el Antiguo Testamento; Juan el Bautista, que es el que prepara el camino del Señor; San José y la Virgen María. Son cuatro personajes que nos ayudan a preparar nuestro espíritu, nuestro corazón.

En la primera lectura, en Isaías, capítulo 61, que después Jesús lo toma en Lucas, capítulo 4, cuando dice: «El espíritu del Señor está sobre mí y me ha ungido para llevar la Buena Nueva a los pobres, para dar la vista a los ciegos, para levantar a los paralíticos y para anunciar el año de gracia del Señor», y por eso ese mensaje de Isaías es de alegría, porque va a venir el Salvador. Y San Pablo nos vuelve a decir en la segunda lectura: «Estén alegres, porque ha venido el Señor».

A Juan el Bautista también lo vemos nosotros de una manera muy hermosa, una persona muy austera, pero que podemos nosotros aprender su humildad. Muchos creían que era el Mesías, pero él dice: «No, yo no soy digno ni desatar las correas de sus sandalias. Yo bautizo con agua, pero Él bautiza con el Espíritu Santo». Vemos ahí su humildad y también su corte profético, él anuncia con vitalidad. Y sabemos cuáles fueron las consecuencias de siempre buscar la verdad, cómo murió martirizado por buscar siempre ser fiel al Señor.

Hoy por eso, queridos hermanos, que nuestro corazón salte de alegría y que sigamos preparándonos para la Navidad. Sabemos de la situación que vive nuestro país, de violencia, de inseguridad, de problemas, de migración, donde el tejido de la familia se ha ido rompiendo, pero nosotros tenemos la esperanza y la luz en Jesús.

Aquí en nuestra Arquidiócesis tenemos esa gran riqueza de la educación y también de tener una Dimensión Educativa y de Cultura, que se va uniendo para tener más fuerza y seguir sembrando semillas del Evangelio en medio del egoísmo, de la violencia, de la desesperanza.

Así es que esta celebración también a todos nos pone en esa perspectiva, expectativa, de esperanza. Nosotros tenemos al Señor, tenemos la luz que ilumina nuestro camino. A veces nos llenamos de pesimismo, encontramos personas que buscan la maldad. Sin embargo, nosotros tenemos el Evangelio, tenemos a Jesús y también, en nuestra Arquidiócesis, a nuestra madre la Virgen de los Remedios, que nos bendice y nos acoge.

Este tiempo es de espera, pero debe ser una espera activa. ¿Qué estamos haciendo por nuestros hermanos? Por eso los domingos pasados invitaba, y hoy nuevamente invito, a que pensemos qué vamos a hacer, algunas obras en este tiempo de Navidad, el poder visitar un enfermo, el consolar al que está triste, el llevarle una despensa al que no tiene qué comer, el visitar a aquel que lo necesita. Estos sentimientos también nos hacen ver que Cristo va a nacer y celebramos su cumpleaños, pero que Cristo viene todos los días y está en el migrante, está en el preso, está en el enfermo y está en aquel que lo necesita. Cada uno de nosotros podemos hacer una obra buena, así que pensemos qué vamos a hacer en esta Navidad, en este tiempo de preparación a la Navidad.

Yo estoy seguro que ya muchos están haciendo algunas cosas. En nuestra Arquidiócesis nos hemos hecho más sensibles ante lo que sucedió en Acapulco y en Guerrero, donde también ha habido una respuesta muy hermosa, donde todas las parroquias de nuestra Arquidiócesis fueron centros de acopio, pero lo más bello es que fueron directamente hasta Acapulco algunos sacerdotes, diáconos, religiosas, seminaristas, a llevar el consuelo y la esperanza, a escuchar. Y me habló el Arzobispo de Acapulco, Don Leopoldo González, para agradecer también esta solidaridad y fraternidad de nuestra Iglesia.

Que siempre seamos solidarios, que siempre llevemos la luz a los demás y vivamos la fraternidad. Así sea.

 

+José Antonio Fernández Hurtado
Arzobispo de Tlalnepantla