«El Reino de Dios está cerca, conviértanse, cambien de acuerdo al proyecto de Dios»
Muy queridos hermanos, hermanas, en Cristo Jesús:
Hoy el Señor nos invita a que hagamos este camino de conversión en esta Cuaresma. A penas el pasado miércoles celebramos el Miércoles de Ceniza en toda la Iglesia universal, inaugurando un camino al que todos los cristianos, los católicos, estamos invitados a realizarlo.
El poner la ceniza no es un acto mágico, sino un signo que nos recuerda que «somos polvo y en polvo nos convertiremos». Otra frase que se sugiere que se haga ese día cuando el sacerdote o el ministro pone la ceniza: «Conviértete y cree en el Evangelio».
Nuestra vida es pasajera, es fugaz, y este tiempo de Cuaresma, que son 40 días, nos recuerdan los 40 días que estuvo Moisés en el Sinaí, cuando Dios le dio las tablas de la ley, los diez mandamientos; 40 años duró caminando el pueblo de Israel cuando fue liberado de la esclavitud de Egipto; 40 días duró también Jesús en el desierto cuando fue tentado por satanás; y 40 días estamos invitados a prepararnos para llegar a la Semana Santa, para acompañar a Jesús en su pasión, muerte y Resurrección.
La meta es la Pascua. ¿Qué significa Pascua? Paso, el paso de la muerte a la vida, del pecado a la gracia, del egoísmo al amor. Es decir, Dios nos invita a que demos ese paso, y que este camino nos vaya ayudando a todos nosotros a lograrlo.
Hoy en las lecturas que escuchamos, la primera, del libro del Génesis, en el capítulo 9, la carta de San Pedro, la segunda lectura, y el Evangelio de San Marcos, podemos nosotros ver dos directrices, dos líneas a las que estamos invitados: Conversión y Bautismo.
En la primera lectura escuchamos cómo hubo un diluvio donde solamente se subieron algunas personas al arca y después de muchos días de diluvio apareció un arcoiris, que era la alianza de Dios con los que estaban ahí en la en el arca y estaban invitados a empezar una nueva humanidad.
Abro un paréntesis para hablar acerca de uno de los problemas más fuertes que estamos teniendo en el mundo, pero también en México, y es el problema del agua, este líquido tan importante. Debemos tomar conciencia del cuidado del agua y, por otro lado, que los gobernantes, junto con los técnicos y los especialistas encuentren maneras de que este vital líquido sea para toda la gente, pero nosotros tenemos que cuidarla. Cierro el paréntesis.
El diluvio, que fue muy fuerte, abrió esa vida nueva para esas personas. Cuando nosotros hablamos de agua pensamos en el Bautismo, ese Bautismo que recibimos un día que nuestros papás y padrinos nos llevaron a bautizar, empezamos a vivir una vida nueva como familia, la familia de Dios, la familia cristiana, y eso nos debe comprometer más a seguir las enseñanzas de Jesús.
Por eso Pedro en la segunda lectura nos habla de ese Bautismo, que no solamente es para recibirlo, sino para vivirlo como hijos de Dios, como hermanos entre nosotros. Por otro lado el Evangelio nos habla de la otra palabra, conversión, porque Marcos no plática las tentaciones que tuvo Jesús, cuando el diablo se las puso en el desierto. Después de 40 días el diablo tentó a Jesús y Él salió adelante, porque estaba fuerte, porque había estado en intimidad con su Padre, en oración. Ahí nos da Jesús esa arma tan importante, la oración, para resistir tanto tipo de tentaciones que tenemos en nuestro mundo.
Después de estas estaciones Jesús se fue a Galilea, y ¿qué palabras dijo? «El Reino de Dios está cerca, conviértanse, cambien de acuerdo al proyecto de Dios». Por eso estas dos palabras, Bautismo y conversión, debemos pensarlas, como cristianos, qué vamos a hacer en estos 40 días, en este camino.
Como platicábamos el miércoles de ceniza, se nos invita a poner en práctica tres valores: la oración, el ayuno y la limosna; tener más ratos de opción personal, de oración en familia, en nuestro grupo, en nuestro movimiento; ayunar, para saber dominar nuestro cuerpo; y la limosna, que va en la línea de lo social, poder ayudar al necesitado, no solamente materialmente, sino escuchando a las personas, dándoles ánimo, un consejo, eso ayuda mucho en el camino de la vida.
Así, pues, hoy los invito para que hagamos este camino de Cuaresma, que pasa rápido, ya llevamos cinco días, faltan 35 días para empezar la Semana Mayor y que acompañemos a Jesús en su pasión, muerte y Resurrección. Así sea.
+José Antonio Fernández Hurtado
Arzobispo de Tlalnepantla