HOMILÍA EN EL II DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

January 16, 2022


HOMILÍA EN EL II DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 

«En el milagro de las bodas de Caná vemos la gloria de Dios, la intercesión de la Virgen María y el crecimiento de la fe de los discípulos»

 

Muy queridos hermanos y hermanas en Cristo Jesús:

Los saludo a ustedes que están aquí en nuestra Catedral de Corpus Christi y también saludo a todos los que, a través de estas plataformas digitales, siguen esta Eucaristía dominical, tanto en el ámbito de la Arquidiócesis como en otros lugares en la República Mexicana y también en el extranjero. Este tercer domingo también esta Eucaristía es transmitida por radio, por Radio María, que se escucha en varios estados de la República Mexicana, así es que a todos los que van ahorita escuchando la radio, que están unidos en esta celebración, que van en la carretera o están en sus casas, en sus negocios, en su locales, en los mercados, deseo que la Palabra de Dios llegue a sus corazones.

Acabamos de escuchar el Evangelio donde se realiza el milagro de las bodas de Caná de Galilea, pero primeramente quisiera hacer una relación muy breve de cómo hace 15 días celebramos la Epifanía del Señor, la fiesta de los Reyes Magos, conocidas así popularmente, y fue una manifestación de Dios a todos los pueblos, por eso los Reyes Magos representan a distintas culturas de la humanidad. Hace ocho días escuchamos el Evangelio del Bautismo del Señor, cuando bajó el Espíritu Santo en forma de paloma y se escuchó la voz del Padre que decía: «Este es mi Hijo muy amado, escúchenlo», fue otra manifestación de que Jesús era el Mesías, el Elegido, el Unigénito. Y hoy también se manifiesta la gloria de Dios a través de este signo, a través de este milagro.

Curiosamente los protagonistas en las bodas de Caná no son los novios, los protagonistas son Cristo Jesús y María. Podemos nosotros quedarnos nada más con el dato de que Jesús realiza un milagro, convertir el agua en vino, pero fíjense que tiene un simbolismo extraordinario, y podemos ir analizando esta milagro. Primeramente vemos que fueron invitados a la boda Jesús, María y los discípulos de Jesús, y el fin primero y último de este signo es manifestar la gloria de Dios, pero también que los discípulos creyeran en Jesús. Se realiza la fiesta de la boda en un pueblo que se llama Caná, y parece que las cosas no van muy bien, porque se acaba el vino, el vino generoso, el vino de uva que servía para alegrar y para que la fiesta estuviera excelente, y se termina. Vemos ahí cómo María se acerca a Jesús y le dice: «Ya no tienen vino». Curiosamente la respuesta de Jesús fue un poquito dura, porque le dijo: «Todavía no llega mi hora», pero María les dice a los que estaban ahí en la fiesta que hicieran lo que Jesús les Iba a decir. Vemos que ahí hay unas tinajas de 100 litros cada una y entonces viene el milagro.

Quiero decirles que la fiestas de esta boda eran fiestas de varios días, duraba de tres a siete días la fiesta, algo parecido allá en el Istmo de Tehuantepec, en Oaxaca, cuando hay una fiesta dura como tres días. Pues entonces Jesús realiza este signo espléndido, porque son 100 litros de un vino exquisito, que de tal manera se lo llevan al maestresala, o al mayordomo, y él no sabe de dónde es la procedencia, pero nota que es un vino excelente, y dice: «Primeramente se da el vino mejor y después ya no tanto, y hoy han servido al final el mejor vino». Así sucedió y la boda siguió en un ambiente festivo.

Pero podemos nosotros ver algo importante en este signo o milagro, el primero de Jesús. Primeramente, son muchos litros y eso significa también la grandeza de Dios, Dios siempre es generoso, Dios siempre quiere el bien de nosotros, y por eso se realiza de esta manera. El signo es para manifestar la gloria de Dios, pero nosotros tenemos otro signo que no debemos pasar por alto, María siempre es la mediadora, la intercesora; si no es por María no suceden las cosas, porque ella fue la que notó lo que estaba pasando en la fiesta y le dice a su hijo Jesús.

Yo creo que nosotros vamos viendo, por el cariño, el amor que le tenemos a la Virgen María, a la Virgen de Guadalupe, a la Virgen de los Remedios, cómo es una Madre que nos ama e intercede por nosotros. Entre paréntesis, ahora le pedimos también por esta situación tan difícil de pandemia que no termina todavía y que hace sufrir a la humanidad entera, y nosotros le pedimos a la Virgen María que interceda, a la Virgen de los Remedios. Cierro el paréntesis.  Vemos nosotros que en esta boda estaban los discípulos, que apenas iban teniendo el contacto con Jesús, y nos dice el Evangelio: «Y los discípulos creyeron en Jesús». Siempre que Jesús hace un milagro, un signo, es para que nuestra fe aumente, para que crezca nuestra confianza en Dios.

Asi es que fíjense cómo este milagro, que aparentemente podemos quedarnos nada más en la superficie, tiene elementos muy hermosos: la gloria de Dios, la intercesión de la Virgen María y el crecimiento de la fe de los discípulos. Siempre el Evangelio es para nosotros y también podemos preguntarnos qué tanto crece nuestra fe, qué tanto nos maravillamos al escuchar la Palabra de Dios.

También quiero hacer un breve comentario sobre la segunda lectura, que vamos a ir teniendo esta línea varios domingos, cómo el Espíritu Santo va dando dones y carismas, el don de la sabiduría, el don de la ciencia, el don de curar, el don de hablar lenguas, pero siempre los dones son no para esconderlos, sino para ponerlos al servicio de los demás. Cada uno hoy nos preguntamos qué dones nos ha dado Dios, qué dones nos ha dado el Espíritu Santo, el Espíritu de Dios; seamos humildes para reconocer los Dones, pero la otra pregunta es: ¿Qué tanto los hemos puesto al servicio de los demás?

Pues que este domingo a la Palabra de Dios llegue a nuestros corazones y también nos maravillemos por las grandezas de nuestro Dios. Así sea.

 

+ José Antonio Fernández Hurtado
Arzobispo de Tlalnepantla