HOMILÍA EN EL XXIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

September 07, 2025


HOMILÍA EN EL XXIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 

«Discipulado: Tomar la cruz y seguir a Jesús»

 

Queridos hermanos, hermanas, en Cristo Jesús:

A todos les saludo con afecto este domingo, día del Señor, a las personas que están siguiendo esta Eucaristía a través de los medios digitales, de las redes sociales, en nuestra Arquidiócesis, dentro de la República Mexicana y en el extranjero. A todos les deseo paz y bien.

Hoy el tema que trata el Evangelio es sobre el discipulado de Cristo, es decir, que hoy nosotros preguntemos si somos discípulos o discípulas del Señor, si somos cristianos, cristianas, si realmente nosotros seguimos al Señor. Y es que hoy, cuando iba Jesús caminando, nos plática el Evangelio, iba una multitud y después se volteó a sus discípulos y les dijo: «El que no toma su cruz de cada día, no es mi discípulo». Y dice palabras que tal vez no las entendamos o no las tomemos al pie de la letra, porque nos habla de no tener esa cercanía con la familia ni con los bienes materiales, pero el significado más profundo es que el que opta por Jesucristo pues lo pone como prioridad en su vida.

Podemos pensar nosotros en sus discípulos, en Pedro, en Santiago, en Juan, en Bartolomé, cómo ellos, cuando Jesús los llamó para que lo siguieran y les dijo: «Yo los haré pescadores de hombres», ellos dejaron a su familia y siguieron a Jesús. Esto no quiere decir que después no tenían esa cercanía con su familia, la visitaban estaban con ellos. Y también los bienes materiales, hemos visto que hacen daño cuando ponemos toda la confianza en eso. Y los bienes materiales, tengamos poquito o mucho, siempre son para compartirlos con los demás.

Y esas palabras que le dice a Jesús, que «tomen su cruz», Él iba caminando hacia Jerusalén y ya sabía cuál iba a ser su destino: la cruz, pero siempre la cruz tenemos que entenderla como un signo de entrega. «No hay mayor amor que el dar la vida por sus amigos», y Cristo dio la vida por cada uno de nosotros.

Por eso siempre invito yo a que cuando veamos una cruz nos preguntemos cómo va nuestra vida, qué tan generosos vamos siendo. Y siempre el travesaño vertical nos habla del primer mandamiento: el amor a Dios sobre todas las cosas; y el leño horizontal nos habla del amor al prójimo.

Por eso fíjense qué importante es que el Señor a nosotros como católicos, como discípulos, nos pides dar nuestra vida. Ya escuchábamos también en el salmo responsorial cómo «la vida es como un soplo», la vida es breve, y tenemos que vivirla al máximo, tenemos que vivirla haciendo el bien al que encontremos en nuestro camino.

Estamos llamados a ser esos discípulos, que realmente sigamos las huellas de Jesús. Un discípulo, una discípula, es el que sigue las huellas, el camino del Señor, no solamente que lo admiremos o que le pidamos por necesidades, sino que sigamos el Evangelio, que sigamos sus huellas.

Hoy tenemos, este día, dos ejemplos muy bonitos de alguien que tomó su cruz y siguió a Jesús. Hoy domingo, hace unas horas apenas, en el Vaticano, el Papa León XIV ha elevado al altar a dos santos. Uno se llama Pier Giorgio Frassati y el otro se llama Carlo Acutis. Son dos santos el día de hoy.

El primero murió hace 100 años y murió de 24 años. Un gran deportista, porque también escalaba montañas, y el Papa San Juan Pablo II le puso “el hombre de las bienaventuranzas”, porque realmente él se dedicó a ayudar a los pobres, a los más necesitados, y siempre vio en los enfermos el rostro de Cristo. Murió muy joven, pero es un ejemplo para todos nosotros. Ojalá que podamos ir conociendo su vida, se llama Pier Giorgio Frassati.

Y el otro, quizá más conocido, se llama Carlo Acutis. Él murió de 15 años, y apenas murió en el año 2006, hace 19 años. Y a él, un adolescente joven, se le conoce como el patrono del internet, porque nació en 1991, ya fue nativo digital. Y él en esos 15 años de su vida se dedicó al internet, a llevar el mensaje de Jesús, el Evangelio, a muchos. Un ‘millenial’, como se le conoce. Y fíjense qué hermoso es el transmitir, ser discípulo de Jesús es tomar la cruz y seguirlo. Él murió de leucemia a los 15 años, y hoy su mamá estuvo presente en el Vaticano, cuando a su hijo lo hacen santo.

¿Y quién es un santo? Es alguien que hace extraordinario lo ordinario, alguien que es amigo de Jesús. Carlo era un enamorado también del Santísimo Sacramento, alguien que rezaba el Rosario todos los días, que iba a Misa todos los días. A los dos los encontraron incorruptos después de años de su muerte.

Y para ser santo pues se necesitan también dos milagros. El milagro lo hace Dios y el santo, o a quien invocan, es el que intercede. Y ellos han realizado milagros. Y fíjense qué bonito, porque son dos jóvenes, uno de 24 años muere y el otro muere de 15 años. Y entonces son modelos también para los adolescentes y los jóvenes. Aquí, nuestra Arquidiócesis de Tlalnepantla es de las arquidiócesis que tiene más adolescentes y jóvenes en la República Mexicana y necesitamos presentar esos modelos.

Ellos tomaron la cruz y siguieron a Jesús, fueron sus discípulos y misioneros.

Que estos testimonios nos ayuden a saber que también nosotros estamos llamados a la santidad. Ser santo no es ser de otro planeta, ser santo es ser amigo de Dios, amiga de Dios, y seguir sus huellas.

Pues que estos testimonios nos animen para seguir buscando a Jesús. Que Él no nos promete que todo sea color de rosa, ni todo sea miel; Él nos invita a tomar la cruz, pero la cruz siempre nos lleva a la resurrección, a una vida nueva.

Que el Señor nos ayude a vivir como estos santos: haciendo el bien y transmitiéndolo a Él a los demás. Así sea.

 

+José Antonio Fernández Hurtado
Arzobispo de Tlalnepantla