Homilía en la Solemnidad de Cristo Rey

November 21, 2021


Homilía en la Solemnidad de Cristo Rey

 

«Queremos pertenecer a este Reino de verdad, de justicia, de amor, de esperanza, de fe»

 

Muy queridos hermanos y hermanas en Cristo Jesús:

A todos los saludo con afecto, a ustedes que están aquí en nuestra Catedral de Corpus Christi, los que han venido de otras parroquias para unirnos en oración, en esta oración eucarística; también quiero saludar a quienes concelebran esta Eucaristía, el padre Alfredo Cruz, Vicario Episcopal de la Zona VII y también asesor de Familia, al padre David, al diácono Fernando y a los que están sirviendo en el altar; también a las personas que nos siguen a través de esta transmisión en diferentes lugares de México y también fuera del país; además, los terceros domingos de mes se transmite esta Misa por radio, por Radio María, que tiene sus oficinas centrales en Guadalajara, Jalisco, y que se escucha en muchos Estados de la República Mexicana, así es que a los que escuchan en diferendo lugares también los que van en carretera a esta bien les decíamos que el señor les bendiga y paz de Cristo llegue a todos ustedes.

Hoy terminamos el Año Litúrgico y se cierra con una gran fiesta, la fiesta de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo. El próximo domingo ya iniciaremos con el Ciclo C e iniciaremos el I Domingo de Adviento. Hoy quiero yo invitarlos a todos ustedes para que nos preguntemos si tenemos a Cristo realmente como el centro de nuestra vida, como el Rey del Universo. Desde que nos bautizaron empezamos a tener una experiencia, junto con nuestros padres y padrinos, de pertenecer a una familia, la familia cristiana, y en el Bautismo nos configuramos con Jesucristo Profeta, Sacerdote y Rey. Hoy precisamente tenemos el Evangelio donde hay un diálogo entre Pilato y Jesús, en las vísperas de su pasión, de su muerte en la cruz, y realmente me preguntaba yo si había un entendimiento. Realmente Pilato no le entendía a Jesús, un hombre del que hablaban mucho y al que las autoridades judías llevaron ante él como gobernador romano, y lo llevaron para acusarlo. Entonces Pilato está muy intrigado y le dice: «¿Tú eres rey? ¿por qué te entregan a mí?», y Jesús le dice: «Mi Reino no es de este mundo». Fíjense que, cuando Jesús, el misionero del Padre es enviado a la tierra, y desde que nosotros estudiamos el catecismo se nos preguntaba a qué vino Jesús a la tierra, para qué lo envió el Padre, y nosotros siempre respondemos: "Vino a salvarnos, vino a dar su vida por nosotros", con su sangre nos salva y nos abre las puertas del Reino de los Cielos. Jesús vino a salvarnos y vino a inaugurar el Reino de Dios, «el Reino de Dios está aquí cerca, el Reino de Dios ha llegado», y precisamente es el mensaje central de Cristo: El Reino de Dios, a eso viene Jesús, a hablarnos del Reino de su Padre.

Hoy podemos nosotros preguntarnos qué tanto estamos participando en este Reino, porque sería maravilloso, hermoso, que hoy también fuera un día en que nosotros renovemos nuestra fe y sobre todo le digamos a Jesús que queremos participar con Él construyendo su Reino. Pero Pilato no lo entendía, él tenía la experiencia del imperio romano y ese reino es un reino de poderío, de fuerza, de súbditos; en cambio, Jesús nos habla de otro reino, de un reino de servicio, de un reino de verdad, de paz, de justicia, de familia, de comunidad, de ese Reino nos habla Jesús.

Hoy también podemos preguntarnos nosotros qué tanto conocemos los secretos del Reino. Hace unos momentos, después de que el díacono proclamó el Evangelio y me lo llevó a mí para que besara la Palabra de Dios y después diera la bendición a todos con el evangeliario, ahí está precisamente el mensaje de Jesús: Qué tanto nosotros conocemos el Evangelio. Desde que empezó la pandemia ha habido una experiencia muy bonita donde cada día se proclama el Evangelio y van participando los sacerdotes de nuestra Arquidiócesis, donde leen el Evangelio y hacen una reflexión, un comentario. Ahí están precisamente los secretos del Reino, en conocer el Evangelio, conocer el mensaje de Jesús. Si nosotros volteamos alrededor en nuestra sociedad, vemos que estamos muchas veces muy lejos de construir el Reino de Dios, basta con leer el periódico, con ver las noticias, para ver que se está edificando un reino, pero de mentira, de violencia, de guerra, de pobreza, de división, de encono, y eso no es lo que quiere Dios.

El Reino de Dios no llega aparatosamente, sino se construye todos los días con nuestras actitudes, cuando hay perdón, cuando hay respeto, cuando hay servicio, cuando hay apoyo, generosidad, ahí está el Reino de Dios y a eso nos invita Jesús y es el objetivo de la evangelización. Nosotros estamos llamados a evangelizar, pero ¿para qué evangelizamos? ¿para qué llevamos la Palabra de Dios a los demás? Para ir construyendo el Reino.

La oración colecta hoy decía que todo se fundamenta en Jesucristo, Rey del Universo. Por eso será sensacional si hoy nosotros renovamos nuestra fe y le decimos a Jesús: «Queremos estar de tu lado, queremos pertenecer a este Reino de verdad, de justicia, de amor, de esperanza, de fe». Les decía que el Reino de Dios es como el granito de mostaza, muy pequeñito, pero que se va sembrando y va creciendo hasta hacer un árbol frondoso. Así nosotros a veces nos desanimamos, nos desesperamos, pero debemos confiar en el Señor y que, con la fuerza del Espíritu Santo, este Reino va creciendo.

El Reino de Dios lo vamos construyendo desde aquí, el Cielo se va construyendo poco a poco y tendrá su plenitud en la vida eterna, por eso Cristo vino, vino a enseñarnos cómo se construye ese Reino; tenemos el plan, pero lo importante es ponerlo en práctica, para ir construyendo lo que Dios quiere. Que el Espíritu Santo nos dé esos dones y nosotros nos decidamos, empezando por nuestra propia casa, en nuestra propia familia, en nuestra comunidad, en el mercado, en la tienda, en la fábrica, en donde nos encontremos vayamos poniendo esos granitos del Evangelio para la construcción de Reino de Dios, y que hoy le digamos a Jesucristo que Él es nuestro Rey. Así sea.

 

+José Antonio Fernández Hurtado

Arzobispo de Tlalnepantla