#HOMILÍA EN EL XXVII DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO

October 02, 2022


#HOMILÍA EN EL XXVII DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO

 

«Señor, aumenta nuestra fe»


Queridos hermanos, hermanas, en Cristo Jesús:

Saludo a todos con afecto, a quienes están participando en esta Misa dominical aquí en nuestra Catedral de Corpus Christi y también a los que la siguen a través de estos medios de comunicación, ya sea dentro del territorio de la Arquidiócesis, en algún lugar de la República Mexicana o también del extranjero; que el Señor aumente la fe de cada uno de nosotros.

El día de ayer tuvimos una experiencia muy hermosa al ir en Peregrinación a la Basílica de los Remedios. Siempre el primer sábado de octubre se hace la invitación para que todas las parroquias vayan para saludar a nuestra Madre Santísima, la Virgen de los Remedios, que ya que cumplió 500 años de estar con nosotros en estas tierras del Valle de México. Al observar a la gente que iba caminando, la gente que llegó, un buen número de peregrinos gracias a Dios, se veía cómo iban con fe, con ese amor a nuestra Madre Santísima, para felicitarla, para agradecerle su presencia entre nosotros, ese cariño que le tenemos todos a nuestra Madre Santísima y que Ella siempre nos lleva a Jesucristo, a Dios nuestro Señor, que es el centro de nuestra fe. También se bendijo una imagen grande, de 17 metros, de San Miguel Arcángel que se ubica en una capilla abierta que muchos de ustedes conocen, donde se celebramos la Eucaristía; se restauró esa imagen y sabemos que siempre el Arcángel Miguel nos defiende del mal a todos nosotros.

Hoy las tres lecturas que hemos escuchado, del profeta Habacuc, de San Pablo a Timoteo y el Evangelio de San Lucas nos hablan del tema de la fe, por eso tenemos que pensar hoy cada uno de nosotros cómo está nuestra fe. El profeta Habacuc decía que «muera el hombre malvado y que el hombre justo vivirá por su fe». También San Pablo le dice a Timoteo que avive el don de la fe, que recuerde cuando le impulso las manos y que esta fe se traduzca en obras. Y el Evangelio parte de esa esa petición que le hacen los discípulos al Maestro: «Maestro Jesús, aumenta nuestra fe», y Jesús les dice: «Si tuvieran fe como un granito o una semilla de mostaza y le dijeran a un árbol que se traslade de un lugar a otro, el árbol lo haría». Es una expresión para indicar cómo la fe mueve montañas. Sabemos que la fe es una de las tres virtudes teologales (la fe, la esperanza y la caridad) y la fe es creer en Dios, unirse a su proyecto, estar adheridos a Él, y hay veces que nuestra fe está tibia.

Ayer en la Peregrinación les decía yo que me dio mucho gusto ver tantos jóvenes, y les decía que me gustaría mucho ver a los jóvenes en las parroquias, que la fe no es de un día o de una Peregrinación, sino la fe es de todos los días. La fe es un don gratuito de Dios, es un regalo que nos da Dios. La fe no consiste en tener muchos conocimientos teóricos, sino la fe consiste en que se traduzca en obras concretas, como dice el apóstol Santiago.

Por eso es importante hoy pedirle al Señor que aumente nuestra fe. En mi experiencia, en muchos lugares, en lugares alejados, la sierra, lugares de muy difícil acceso, uno encuentra personas muy sencillas, que a lo mejor a penas saben leer o que estudiaron solamente la primaria o no estudiaron, pero que tienen un gran fe, confían totalmente en Dios, y es para nosotros un testimonio. Ellos tienen presente a Dios todos los días, porque la fe, si bien es un regalo, es un don, se tiene que alimentar, porque si no esa fe se apaga; se alimenta con la Eucaristía, con la oración, con el servicio a los demás, al ver el rostro de Cristo en el hermano y en la hermana.

Hoy los invito para que todos le pidamos al Espíritu Santo que nos dé los dones que necesitamos, sobre todo que nos dé el don de la fe, y que esta fe se traduzca como ese granito de mostaza, que es muy pequeñito, pero después crece grande, y que la fe es de todos los días y que se traduzca en el amor a Dios y el amor al prójimo. Así sea.


+José Antonio Fernández Hurtado
Arzobispo de Tlalnepantla